La vida

Cuántas vidas han pasado por este mundo, cuántas sensaciones, cuántos sentimientos olvidados como letras en papel que fueron escritas pero que hoy nadie las recuerda.

Cuando nacemos todo fluye con inocencia, el tiempo no tiene sentido, simplemente vivimos cada instante con una ilusión tan enorme como si nada más en el mundo importara.

Cuando somos niños nuestros padres son héroes, nuestros hermanos guerreros de un reino lleno de aventuras, nuestros mayores, arrugas en el tiempo, a los que hay que darles el mayor de los respeto y, sin embargo, nadie los escucha, porque sus historias son de un momento ya pasado.

Y cuando creces todas esas personas que antes adorabas dejan de tener sentido para tí, cuando creces se pierde la inocencia y la ilusión por las pequeñas cosas.

Cuando crecemos olvidamos vivir. Vivir no significa trabajar, ni casarte y tener hijos porque es el guión de la vida, ni tener coche, móvil o un ordenador último modelo... vivir no significa tener que....

Creo que cuando crecemos olvidamos qué es vivir, qué es sentir y es tan importante como es conocer, respetar y amar a la mejor persona del mundo, a tí mismo.

Pienso que cuando estás en paz contigo mismo eres feliz, no hablo de una felicidad constante ni superficial, hablo de calma, de plenitud, cuando no te aferras a recuerdos, a deseos, a creencias, a ideas, cuando no esperas algo, sino que simplemente vives, sientes y experimentas, es entonces cuando en cada día encuentras momentos, pequeños instantes que convierten el camino de la vida en un lugar con miles de sorpresas agradables.

Cuando eres amable contigo, cuando te respetas, te cuidas, te amas y, en consecuencia, valoras tu entorno, todo cobra un sentido, ves belleza en el volar de los pájaros, encuentras melodía en las olas del mar chocando con las rocas, puedes ver felicidad en la sonrisa de ese anciano al que escuchas con ilusión sus batallas de antaño, ves ternura en la mirada de un animal, ves gratitud en el abrazo de un amigo.

Hay tanto de lo que disfrutar cada día, tanto que valorar, enamórate de esos detalles que te regala la vida, abre los ojos y mira el mundo con el alma.

En el mundo hay tanta belleza como quieras que belleza haya en tu interior.

No olvides que cada instante puede ser un regalo que quieras hacerte a tí mismo.